Beulah Louise Henry fue una prolífica inventora durante el siglo XX, recibió 49 patentes estadounidenses y creó más de 100 inventos. En su trabajo, se centró en resolver los problemas de la vida cotidiana mediante diseños rentables y fáciles de producir. En este Día Nacional del Inventor, exploremos los primeros años de la vida de Henry y echemos un vistazo a algunos de sus notables inventos que mejoraron enormemente las máquinas de escribir, los juguetes y el trabajo textil.
Siempre diseñando pensando en la eficacia y la comodidad
De niña, Beulah Louise Henry se fijó en un hombre que se esforzaba por leer el periódico y llevar la compra mientras caminaba. Esto la inspiró para hacer un prototipo de un cinturón con un accesorio para sujetar el periódico. Aunque este prototipo en particular no llegó al mercado de masas, prefiguró el trabajo posterior de Henry: inventos que facilitaban la vida cotidiana.
En 1909, comenzó sus estudios superiores en el Elizabeth College de Charlotte, Carolina del Norte. Durante esta época presentó sus primeras patentes, y en 1912, el año en que se graduó, obtuvo su primera patente para un máquina para hacer helados al vacío. Esta máquina utilizaba un mínimo de hielo (una mercancía en aquella época, ya que no había congeladores domésticos) y hacía las veces de enfriador de agua.
Elizabeth College en Carolina del Norte. Este archivo multimedia es de dominio público en Estados Unidos. Esto se aplica a las obras estadounidenses cuyos derechos de autor han expirado, a menudo porque su primera publicación se produjo antes del 1 de enero de 1929, y si no entonces por falta de notificación o renovación. Imagen vía Wikimedia Commons.
Copias en carbono, sin manchas
Tras desarrollar el congelador de helados, Henry pasó a desarrollar muchos más inventos, incluido un parasol con cubiertas intercambiables a presión y un estructura de núcleo de muelle para peluches que les permitía recuperar su forma original incluso después de jugar. Sin embargo, el primer invento de Henry que aportaría avances significativos al mundo laboral estaba relacionado con la tecnología de las máquinas de escribir.
Mientras trabajaba, si un mecanógrafo quería hacer copias de un documento, tenía que utilizar papel carbón mientras tecleaba. Esto producía un documento original y un puñado de copias en escala de grises. Sin embargo, el proceso era engorroso y dejaba manchas negras por todas las manos del mecanógrafo. Henry, decidido a hacer la vida más eficiente, desarrolló el protograph un accesorio de las máquinas de escribir que colocaba una cinta entintada entre las páginas para que el mecanógrafo pudiera hacer dos o más copias sin ensuciarse las manos.
Imagen de patente del accesorio de máquina de escribir duplicadora. Fuente: Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos, www.uspto.gov.
Una nueva era en la fabricación de juguetes
Gran parte del genio de Henry se dedicó a desarrollar juguetes para mantener a los niños ocupados. En aquella época, los juguetes se consideraban herramientas para preparar a los niños para la edad adulta. En esta línea, Henry inventó juguetes educativos, como el Reloj infantil para enseñar a los niños a decir la hora, pero es más conocida en el campo de los juguetes por su multitud de mejoras para muñecas.
Concretamente, desarrolló una muñeca que incluía una caja de voz y podía producir sonidos articulados, lo que más tarde inspiró la creación de Radio Rose, una muñeca que contaba con un receptor de 3 tubos y un altavoz. También desarrolló la muñeca Miss Illusion, que incluía pelucas intercambiables, un vestido reversible y ojos que cambiaban de color y se cerraban. Las empresas jugueteras se apresuraron a conceder licencias de sus diseños en la década de 1930, adoptando estas características en miles de muñecas vendidas en todo EE UU.
Beulah Louise Henry con una muñeca que incorpora sus tecnologías patentadas. Esta imagen está disponible en la división de Impresiones y Fotografías de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos con el identificador digital hec.34627.
La penúltima patente
Tras realizar importantes contribuciones a la industria de la fabricación de muñecas, Henry se centró en optimizar el proceso de trabajo de las costureras y las trabajadoras textiles. Antes de que Henry entrara en escena, las máquinas de coser de producción en serie incluían piezas que funcionaban a distintas velocidades, lo que requería mecanismos adicionales para tener en cuenta los distintos ritmos. Además, una costurera necesitaba pausas regulares para retirar la bobina de hilo de debajo de la placa de la aguja de su máquina de coser, enrollar más hilo alrededor de la bobina y volver a colocarla en su sitio. Estas pausas constantes resultaban ineficaces, sobre todo cuando se trabajaba a gran escala.
Tras inspirarse en un ornamentación alrededor de la marquesina de un teatro frente a su ventana, Henry desarrolló una solución. Diseñó una máquina de coser sin bobina que eliminaba la necesidad de pausas constantes y reforzaba las costuras mediante puntadas de doble cadena, lo que hacía que la máquina fuera mucho más adecuada para su uso en la producción en masa. En su patente de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos, explica:
«En muchas de las llamadas máquinas de pespunte suministradas hasta ahora, las distintas partes del instrumental de cosido funcionaban a velocidades diferentes. En consecuencia, se requería un mecanismo de cambio de velocidad costoso y ruidoso, y era necesario utilizar muchas más piezas operativas en la máquina. Las costuras de la presente invención pueden realizarse con un mecanismo de cosido en el que las diversas partes funcionan a la misma velocidad, lo que hace posible y una unidad sencilla, silenciosa, eficaz y económica, y prescinde de la necesidad de ganchos y bobinas de dos en uno y de tres en uno.»
En definitiva, Henry eliminó la necesidad de parar y rebobinar las bobinas, haciendo que la producción textil fuera más rápida y mucho más eficiente. Su invento revolucionó la artesanía las profesiones a mediados del siglo XX.
Imagen de la patente que detalla el método de costura de la máquina de coser sin bobina. Fuente: Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos, www.uspto.gov.
Una impresión duradera
Al final de su carrera, Henry había fundado dos empresas en la ciudad de Nueva York; había sido consultora para muchas más; y tenía muchas patentes e inventos a su nombre, lo que le valió el apodo de «Lady Edison». Era conocida en todo el mundo y, en 1937, tuvo un exposición en un museo dedicada a ella en Osaka, Japón, que se estableció como inspiración para las inventoras japonesas. Sus diseños persisten en muñecas que pueden hablar o cerrar los ojos y, lo que es más significativo, en máquinas de coser que no requieren detenerse para devanar la bobina. Con todos sus inventos, Henry mejoró el trabajo y la vida cotidiana e inspiró nuevas innovaciones y mejoras en diversos diseños.